lunes, 24 de octubre de 2022

El rol de la escuela frente a la violencia de género

 El rol que cumple la escuela al incorparar  ESI en la educación de los niños

A lo largo de sus historias personales y sociales, por medio de tradiciones culturales, sociales y económicas, las personas han incorporado creencias, estereotipos, tabúes, prejuicios y modelos que son parte constitutiva y estructural de la violencia de género. Muchas de estas ideas fueron adquiriendo el rango de certezas reproducidas en el mundo escolar en procesos de enseñanza y aprendizaje, en el desarrollo de la organización de la vida institucional cotidiana y también en las intervenciones y abordajes de episodios ligados a la violencia de género que irrumpen en la vida escolar. Una de las mejores maneras de abordar estos interrogantes, temores y prejuicios de larga data es a través del diálogo entre adultos/ as y estudiantes; poner en común estas cuestiones y discutirlas teniendo en cuenta que los cambios forman parte de procesos que llevarán largo tiempo. Es necesario que la escuela habilite espacios de debate y de reflexión sobre estas temáticas.

Respecto al desarrollo curricular, resulta vital la incorporación de la perspectiva de género en todas las áreas, teniendo en cuenta que todas las dimensiones del saber –la política, la historia, el derecho, la economía, entre otras– están atravesadas por el género. Es necesario que la escuela continúe incorporando los lineamientos curriculares de ESI en los contenidos de los espacios curriculares y en las actividades que se implementen en el aula. Esto puede desarrollarse en forma transversal, desde las áreas o materias y mediante proyectos, o a través de la organización de espacios específicos. Cualquier espacio curricular puede incorporar contenidos de ESI vinculados con temáticas relacionadas con desigualdades y violencias de género. Por ejemplo, en Historia cuando se reflexiona sobre el matrimonio en la Edad Media, en Biología cuando se trabaja sobre el cuerpo o en Formación Ética cuando se piensa sobre la construcción de estereotipos de feminidad y masculinidad, se está indudablemente trabajando sobre cuestiones que hacen a la violencia de género. Si se toma en cuenta la organización de la vida institucional cotidiana, resultan objeto de revisión y análisis ciertos actos, escenarios y normas que constituyen la trama de la vida escolar que reproducen las desigualdades de género. Estas se expresan de múltiples maneras, ya sea en disposiciones espaciales, vestimentas, exigencia de conductas esperables diferentes para varones y mujeres (que suele expresarse en dichos tales como “cerrá las piernas, sentate como una nena”, “así no se comporta una señorita”, “corrés como una nena”, “no llorés, no seas maricón”), división de tareas y roles de manera diferenciada para varones y para mujeres (por ejemplo, cuando las chicas tienen que escribir porque “son más prolijas” y los varones mover sillas porque “tienen más fuerza”), reproducción de modelos y conductas asociados a ideales de masculinidad y femineidad.

Esta desigualdad también está frecuentemente presente en las listas o registros de asistencias, donde tradicionalmente se sitúa en primer lugar los nombres de los estudiantes varones en lugar de buscar formas más igualitarias, como puede ser el orden alfabético sin distinción de género. Además, se expresa en las maneras en que las instituciones escolares suelen dirigirse a las familias de las y los estudiantes en notas de comunicación o en diálogos. “Sres. Padres” o “Mamis” o “vamos a tener que llamar a tu mamá o a tus padres” suelen ser formas naturalizadas de la desigualdad de género y que refuerzan estereotipos y roles ligados a las maternidades y las paternidades, además de no contemplar la variedad de las configuraciones familiares: hay estudiantes que pueden tener solo una madre o un padre, dos padres o dos madres, o varios padres o madres en familias ensambladas, entre múltiples opciones. Por eso, la manera más igualitaria e inclusiva de dirigirse a las personas familiares de estudiantes es utilizando el apelativo familias.

En las instituciones educativas también se hace imperioso reflexionar acerca de las situaciones que irrumpen cotidianamente en la vida escolar, como maternidades y paternidades adolescentes, situaciones de discriminación por orientación sexual, violencia en relaciones sexo-afectivas. Más allá de las intervenciones específicas, son instancias que pueden favorecer la predisposición de estudiantes a trabajar en contenidos de ESI vinculados a la igualdad entre los géneros, al reconocimiento y al ejercicio de los derechos, a la valoración de emociones, sentimientos propios y ajenos y el respeto del propio cuerpo y el ajeno. En los últimos tiempos, los conflictos escolares que devienen en violencias se originan frecuentemente en las redes sociales. Es necesario trabajar los cambios en la noción de intimidad que muchas veces habilitan situaciones de exposición y violencias, así como también de grooming. En principio, es prioritario comprender que las prácticas que tienen lugar a través de las redes sociales tienen efectos concretos en la vida de los sujetos que las realizan y aunque ocurran en el espacio físico de la escuela, se hace necesario realizar y construir acuerdos institucionales de convivencia que contemplen los intercambios virtuales y que fomenten el uso responsable de las redes sociales basado en la igualdad de género.


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